Se suele decir que la historia de una civilización comienza con la llegada de la escritura, ya que le permite comenzar a tener registros históricos, comunicarse entre la población y facilitar los complejos procesos de la administración y el comercio. Ya aparecieron precursores de la escritura en época prehistórica en forma de pinturas y petroglifos en madera y roca. Aunque se usaban para ritos religiosos, algunos petroglifos neolíticos ya eran herramienta de comunicación, por ejemplo en Escandinavia eran útiles para delimitar territorios entre tribus. También se han encontrado lo que parecen mapas cartográficos y astronómicos.
Para realizar sus libros existieron desde procesos artesanales hasta procesos industriales.
Tradición COPISTA
Copista es la palabra que designa a quien reproduce libros a mano. De ahí su sinónimo, amanuense.
Destaca su labor en la difusión del libro hasta la aparición de la imprenta de tipos móviles en el mundo occidental, a mediados del siglo XV. Un copista experimentado era capaz de escribir de dos a tres folios por día. Escribir un manuscrito completo ocupaba varios meses de trabajo. Esto sólo en lo que se refiere a la escritura del libro, que posteriormente habían de ilustrar los iluminadores, o encargados de dibujar las miniaturas e iniciales miniadas (de minium, en latín, sustancia que producía el color rojo de la tinta, el más habitual en estas ilustraciones), en los espacios en blanco que dejaba el copista.
Los utensilios más habituales que utilizaba el copista eran: penna (la pluma o péñola), rasorium o cultellum (raspador) y atramentum (tinta).
La técnica empleada era sujetar la péñola con la mano derecha y el raspador con la izquierda, que le servía tanto para corregir los errores en la escritura como para subsanar las irregularidades (arrugas, desperfectos) del pergamino, vitela o papel, este último usado en Occidente a partir del siglo XIV.
Destaca su labor en la difusión del libro hasta la aparición de la imprenta de tipos móviles en el mundo occidental, a mediados del siglo XV. Un copista experimentado era capaz de escribir de dos a tres folios por día. Escribir un manuscrito completo ocupaba varios meses de trabajo. Esto sólo en lo que se refiere a la escritura del libro, que posteriormente habían de ilustrar los iluminadores, o encargados de dibujar las miniaturas e iniciales miniadas (de minium, en latín, sustancia que producía el color rojo de la tinta, el más habitual en estas ilustraciones), en los espacios en blanco que dejaba el copista.
Los utensilios más habituales que utilizaba el copista eran: penna (la pluma o péñola), rasorium o cultellum (raspador) y atramentum (tinta).
La técnica empleada era sujetar la péñola con la mano derecha y el raspador con la izquierda, que le servía tanto para corregir los errores en la escritura como para subsanar las irregularidades (arrugas, desperfectos) del pergamino, vitela o papel, este último usado en Occidente a partir del siglo XIV.
Un procesador de texto es una aplicación informática destinada a la creación o modificación de documentos escritos por medio de una computadora. Representa una alternativa moderna a la antigua máquina de escribir, siendo mucho más potente y versátil que ésta.
Funciones
Los procesadores de textos nos brindan una amplia gama de funcionalidades, ya sean tipográficas, idiomáticas u organizativas, con algunas variantes según el programa de que se disponga. Como regla general, todos pueden trabajar con distintos tipos y tamaños de letra, formato de párrafo y efectos artísticos; además de brindar la posibilidad de intercalar o superponer imágenes u otros objetos gráficos dentro del texto.
Como ocurre con la mayoría de las herramientas informáticas, los trabajos realizados en un procesador de textos pueden ser guardados en forma de archivos, usualmente llamados documentos, así como impresos a través de diferentes medios.
Los procesadores de texto también incorporan desde hace algunos años correctores de ortografía y gramática, así como diccionarios multilingües y de sinónimos que facilitan en gran medida la labor de redacción.
Como ocurre con la mayoría de las herramientas informáticas, los trabajos realizados en un procesador de textos pueden ser guardados en forma de archivos, usualmente llamados documentos, así como impresos a través de diferentes medios.
Los procesadores de texto también incorporan desde hace algunos años correctores de ortografía y gramática, así como diccionarios multilingües y de sinónimos que facilitan en gran medida la labor de redacción.
Los procesadores de textos han sido una de las primeras aplicaciones que se le dieron a los primeros ordenadores.
Los programadores tenían que comunicarse con las máquinas de una forma muy especial y al mismo tiempo complicada, por medio de tarjetas perforadas, códigos extraños... .Con el paso del tiempo los mismos programadores diseñaron una aplicación que les permitiera programar de forma más inteligible, o sea escribiendo comandos (ordenes) en forma de texto, con lo cual la programación podía se "legible". Así nacen los primeros editores de textos. Estos van cobrando tal uso que empresas de software diseñan estos editores, cada vez de forma más parecida a una máquina de escribir, y que en poquísimo tiempo superan a éstas con creces
Los programadores tenían que comunicarse con las máquinas de una forma muy especial y al mismo tiempo complicada, por medio de tarjetas perforadas, códigos extraños... .Con el paso del tiempo los mismos programadores diseñaron una aplicación que les permitiera programar de forma más inteligible, o sea escribiendo comandos (ordenes) en forma de texto, con lo cual la programación podía se "legible". Así nacen los primeros editores de textos. Estos van cobrando tal uso que empresas de software diseñan estos editores, cada vez de forma más parecida a una máquina de escribir, y que en poquísimo tiempo superan a éstas con creces
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